¿QUÉ DICE MI DIOS, TU DIOS, DE ESTA GUERRA?

 

Aclaraciones acerca de Gaza e Israel, de quien ve al Dios judeo-cristiano como Soberano en medio de la guerra, y que los lectores que conocen y adoran al mismo Dios no tendrán como negar:

En el año 1982 Argentina invadió Las Malvinas sintiéndose dueña de las islas, y como argentino, conociendo la historia, claro que daría la vida por conseguirla recuperar, porque de hecho, es nuestra y fueron los ingleses que la invadieron antes.

En el mundo actual, repetir la hazaña no resolvería nada, y tampoco tendría apoyo internacional. Entonces ¿Por qué apoyan la invasión de Israel al territorio palestino, y establecieron un Estado dentro de otro en el 1948? Los israelitas estarían en la misma condición de los argentinos con respecto al territorio “recuperado”, sólo que en una desventaja cruenta, porque no logran expulsar definitivamente a los palestinos. ¿Lo de ellos, es de Dios; lo argentino, es del Diablo?

Las primeras manifestaciones del deseo de regresar a su patria se expresaron durante el cautiverio del pueblo judío en Babilonia en el año 597 a. C. y después en el año 70 tras la destrucción de Jerusalén por los romanos y el exilio de los judíos a diferentes lugares del mundo en lo que es conocido como la diáspora.

El regreso a la Tierra Prometida tomó carácter religioso cuando los judíos consideraron que éste coincidiría con la llegada del Mesías. Llegó el Mesías y “los suyos no le recibieron”, ¿y ahora quieren someter al mundo entero a que le apoyen? Usaron el pretexto del Mesías que luego rechazaron. ¿Usted cree que Dios no los puniría? ¿Seríamos sabios o imbéciles al militar a favor de ese Israel que enfrentó al Mesías?

Pero, muy a pesar de la Declaración de la ONU en el año 1948, los judíos ortodoxos del siglo XIX y principios del siglo XX, consideraban la idea del regreso a Israel antes de la llegada del Mesías como algo sacrílego. Otros inclusive consideraban que el judaísmo era un concepto religioso, no algo étnico o secular, y no estaban equivocados ni lo hacían por politiquería. Fijémonos:

A mediados del siglo XIX, Israel formaba parte del Imperio otomano y estaba poblado principalmente por árabes musulmanes (algunos de ellos, beduinos), árabes cristianos, así como judíos y otros grupos minoritarios. En 1844, los judíos constituían el grupo de población más grande (y en 1890 una absoluta mayoría)[cita requerida] en varias ciudades, siendo Jerusalén la más notable. Este incremento de la población judía se debió a la inmigración producida por numerosos pogromos acaecidos en diferentes puntos de Europa del Este y el norte de África. Adicionalmente a las comunidades judías religiosas tradicionales, en la segunda mitad del siglo XIX se comenzó a observar un nuevo tipo de inmigrante judío, el cual era secular y socialista y que intentaba reclamar la tierra trabajándola. De esta forma surgieron comunidades tales como Mikveh Israel en 1870, Petaj Tikva en 1878, Rishon LeZion en 1882 y otras comunidades agrícolas.

Los Estados. Los Gobiernos y los Políticos y Estadistas del mundo no veían al pueblo de Israel como una genuina aspiración política y territorial sino religiosa, así como los sionistas también.

La Declaración de Balfour en 1917 afirmaba que el gobierno británico veía favorablemente el establecimiento de la patria judía en Palestina, entendiendo que esto no perjudicaría los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías en Palestina. Esta declaración contó con el respaldo de varios países, incluyendo los Estados Unidos, y se convirtió en un documento importante después de la Primera Guerra Mundial cuando la Sociedad de Naciones le asignó al Reino Unido el mandato sobre Palestina. Ellos ni imaginaban las pretensiones privadas de los judíos, porque desconocen la Biblia, lo que hace que el establecimiento de Israel como nación independiente dentro de la nación palestina, no haya tenido la comprensión suficiente de que se trataba de “otra nación”, tomándolo como “otro culto” en un país heterogéneo religiosamente, con la judía y capitalista Gran Bretaña a la cabeza.

Terminada la Segunda Guerra Mundial en 1945, al amparo de las organizaciones pro-Estado de Israel se produjo una migración masiva organizada; además, aparecieron varios grupos armados (como el Leji y el Irgún), formados con el objetivo de acabar recurriendo a actos terroristas con las dubitaciones del mandato de los británicos. De esta forma, ante la imposibilidad de resolver un problema cada vez más enrevesado, el Reino Unido recurrió a las Naciones Unidas, que, en la reunión de 29 de noviembre de 1947, decidieron la partición de Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío quedando Jerusalén bajo la administración de las Naciones Unidas. Estas, la ONU, prototipo del reinado del Anticristo.

Incuestionablemente, la intervención británica no ayudó en nada para la paz de todos, y la estabilidad de Israel, sino que despertó aún más el celo y la intolerancia de los árabes, y en este punto los “protestantes”, mayormente, rememorarían a la original y antiquísima guerra entre Jacob e Esaú, pero en sus comienzos, fue una simple guerra de sobrevivencia, y la historia de Jacob nunca tuvo el apoyo de Dios, sino censura y condena, y su trato divino siempre fue para cambiarle el corazón. Esto implica decir que aunque en la historia reciente había mucho odio en los árabes, el nuevo Jacob, Israel, fue guerrero y exterminador imparable el tiempo todo, y jamás colaboró para la paz. Israel ocupó el territorio que le había asignado las Naciones Unidas, más una buena parte del territorio asignado a los árabes y la parte occidental de Jerusalén (Israel aumentó su territorio en casi un 50%). Quedaron en manos de los árabes la zona occidental del Jordán (conocida como Cisjordania luego de la anexión jordana), ocupada por Transjordania y la Franja de Gaza, ocupada por Egipto. Evidentemente, Gaza y otras regiones árabes se defienden del espíritu expansionista de Israel.

Israel promulgó la Ley del Retorno el 5 de julio de 1950; una ley que otorgaba a los judíos residentes en cualquier parte del mundo el derecho de emigrar a Israel.

Conclusiones:

El capítulo 11 de Romanos nos presenta al Dios judeo-cristiano que conozco y el lector que le haya conocido, creído y recibido en fe, con certeza no podrá contradecirlo:

¿Dios desechó a Israel? ¡No! Tan solo fue transgresión de los israelitas permitida por Dios para dar salvación a los gentiles;

Los gentiles, llegados a ser el Nuevo Pueblo de Dios, mixto, compuesto con los judíos, en Cristo, le provocan a los judíos a celo. ¿Será? ¿O somos nosotros que quisiéramos ser judíos, y ricos, como son?

De entre todos los judíos, además de los rebeldes, también había un remanente fiel que se mantuvo fiel a Dios, como una esposa a su marido, y el adulterio aquí, es sinónimo de adorar otros dioses. El Sionismo, que una ideología y movimiento político nacionalista que propuso desde sus inicios el establecimiento de un Estado para el pueblo judío, preferentemente en la antigua Tierra de Israel (Eretz Israel). Dicho movimiento fue el promotor y responsable en gran medida de la fundación del Estado de Israel, es adorador de MAMÓN.

Hubo en aquél tiempo, una elección divina, así también hoy, sigue habiendo una elección divina por gracia. ¿Quién somos los gentiles salvos por gracia, para obligar al mundo a cuidar de Israel y a Dios salvarlo? Pablo dice en este capítulo, que si es por gracia, ya no es por obra. Entonces, si Israel desobedece Zacarías 4. 6, al menos los cristianos no debieran apoyarlo.

“Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado, pero los escogidos sí lo ha alcanzado, y los demás fueron endurecidos; Hebreos 11. 39-40 confirma que no debemos meter la mano en lo que Dios eligió, permitió y determinó, sino permanecer en misericordia para con aquél pueblo.

Romanos 11. 12 señala que mientras los israelitas permanecieran rebeldes al Mesías, el mundo se haría rico; una clara alusión a su dispersión por el mundo. “Y su defección la riqueza de los gentiles”, una clara alusión a la entrada a la salvación de los no-judíos que ellos en su dureza de corazón no veían posible. “Defección: Acción de abandonar una causa o de separarse de ella con deslealtad. Cuando un hombre abandona a su esposa por otra mujer, es imbécil quien le defienda, infamando a la víctima. En el caso de la defección de Israel hay perdedores, que son los israelitas, pero no hay víctimas, porque ganamos, con su rebelión a Cristo.

Según el 14, no serán muchos los judíos que van a ser salvos al reconocer a Jesucristo desde la Ascensión de Cristo, y su admisión al nuevo pueblo ocurriría después que mueran mártires de su fe en Cristo, resucitados como premio.

Dios no perdonó a Israel, también puede no perdonar a los gentiles, en cuanto al reino, y no sobre la salvación, que es por gracia para gentiles y judíos, por lo que no podemos jactarnos sino temer a Dios.

Salmos 122:

El texto esgrimido por los “Protestantes” para orar por Israel, es usado fuera de contexto. Dios dice en el Nuevo Testamento, que quiere la salvación de todos, por tanto, de los palestinos y los árabes también. La decisión histórica de odio entre árabes e israelitas de rechazar a Cristo, y de los judíos aferrarse a una tierra presumiblemente suya, no invalida la Soberanía de Dios y su gracia salvadora. Ninguno de los lados son puramente políticos. Israel llegó a ser imaginado poseer su territorio propio, en la Argentina, Uganda, o Siberia.

Las razones para orar por Israel en este Salmo, son dos:

Por amor a los judíos fieles, y no por su nación, ni mucho menos por una nación nueva llamada Israel forjada por la carnalidad humana y la guerra de los adoradores de Mamón. Si estuviera correcto que orásemos por los israelitas, y no por árabes y palestinos, entonces debiéramos orar sólo por los argentinos, con odio a los británicos. ¿Se dieron cuenta cómo esos poderosos países capitalistas son los que producen las guerras?

Por amor a la Casa de Dios. En la época, la Casa de Dios en la Tierra estaba en Jerusalén, y allí era donde más “hermanos” israelitas había, pero llegado Cristo, dijo que el templo para la habitación de Dios en la Tierra ahora era Él. Luego el Nuevo Testamento nos atribuye a los salvos el ser templo de Dios, y finalmente, el Templo, la Casa de Dios es la Iglesia.

Orar específicamente por Israel, como víctima, perseguido, es contribuir con el Anticristo, y endosar la guerra, las disputas territoriales de imperios expansionistas como la Gran Bretaña, los EUA, e Israel. Es negar a Cristo, al cristiano y a la Iglesia como verdadera Casa de Dios en la Tierra por la cual orar. Es considerar a los Sionistas, que son judíos sin Dios, de los rebeldes, y adoradores de Mamón, hermanos, cuando nos son.

El deber cristiano es orar por todos, sin inclinaciones partidarias. La Tierra Santa no es Jerusalén, ni el Vaticano, ni San Rafael en Argentina, como los adoradores de Mamón protestantes quieren y se han prestado a ser bochorno e infamia del evangelio y la Iglesia de Dios.

Misión Mundial de la Gracia

 

  

 

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