¿En tiempos de extrema Injusticia Social, vendrá el Hijo del Hombre, y hallará Fe en la Tierra?
El contexto en que aparece esta frase incluida en mi título, es, precisamente, la injusticia social. Una Iglesia Verdadera, es JUSTA, por sobre todo Y la justicia viene del amor del Hijo por sus criaturas caídas en el pecado, para justificarnos gratuitamente. Perder la Fe en este genuino contexto, es, entonces, el desvío de la Iglesia del Evangelio de Jesucristo, para el Evangelio Sionista actual, del juicio, el castigo, la crueldad, la segregación de clases sociales, la división, el preconcepto, las discriminaciones. Los tres pilares de la Fe Cristiana que cuidan de su relación con Dios y los hombres, son: Verdad, alineada con Dios. Amor, extendido para con la gente, sin distinción de ninguna clase, y Justicia en la forma de la Cruz, partiendo de un espíritu humano justificado por gracia. La ausencia de la genuina Fe Cristiana, la Verdad, y del Amor Inclusivo y el dominio de la Injusticia son señales de la pronta venida de Cristo.
Mientras el Papa Francisco desarrolla un plan, tranquilo, con movimientos estratégicos seguros, persuadidos, sabiendo hacia dónde quiere llevar no sola a su iglesia sino también a todo el mundo, una gran porción de evangélicos, más precisamente del ala protestante, dan manotazos como de ahogado en estos tiempos finales.
No sería de extrañarse, pues, es casi natural que los hijos se muevan con más rapidez ante inminentes peligros, y como las denominaciones protestantes son hijas de la Iglesia Romana, por ambos lados se desesperan ante las señales de ruina de sus imperios como está predeterminado por Dios y descrito en Apocalipsis 17 y 18.
¿Entonces digo que la católica es nuestra Iglesia madre? ¡No! Ella es madre de la distorsión de la Verdad cristiano-apostólica, y Cristo, Cabeza de la Iglesia; es degradación moral, corrupción sistémica en nombre de Dios, por Dios y para Dios; mutiladora del Cuerpo de Cristo; falsificadora; adulteradora; y edificadora de una precursoría universal del Anticristo.
La Iglesia verdadera de Jesucristo –lamentablemente-, se la encuentra solo en individuos y pequeños grupos o movimientos rebeldes al establishment religioso católico-protestante, como René Kivitz; Caio Fábio D’Araújo; Ricardo Gondim; las comunidades cristianas oriundas del Movimiento de Renovación Espiritual en la Argentina; el Recobro del Señor de Watchaman Nee; Juan Carlos Ortíz, y algunas “iglesias” nuevas que vieron y mantienen la unidad del Espíritu en Brasil, y en Argentina, y en este país también los Curas Villeros y quien escribe este artículo también. Ninguno es perfecto. Y yo mismo apuntaría muchos errores en algunos, pero entonces, me vuelvo y veo que yo no puedo ser la medida exacta para nada y para nadie.
Los católicos, que vienen de una larga persecución de sus hermanos no católicos, y que en sus estratagemas de exterminio de los diferentes prohibieron la lectura de la Biblia, ahora minan las redes con grupos, páginas y sitios web pretendiendo enseñar la Biblia, interpretarla correctamente, denostando a los protestantes y evangélicos. “Es la madre de las rameras, y de las abominaciones de la tierra” [Ap. 17. 5], e intuitivamente se defiende como “ahogado dando manotazo para salvarse”, puesto que la profecía bíblica anuncia su fin vergonzoso y cruento al final de la Gran Tribulación que está por venir.
Los protestantes vinieron languideciendo y desfalleciendo constantemente en el último siglo. También están dando “manotazos de ahogado”. Lo vemos cuando los Calvinistas desesperadamente embisten contra los Arminianos, y cuando estos adoptan la superstición, los mitos, y el espiritualismo esotérico inventando cosas absolutamente fuera de la Biblia, para ver si atraen a las gentes y las retienen.
Los evangélicos, en su gran mayoría arminianos, tal vez sean los que más frenéticamente se mueven para escapar de sus propias consecuencias de caos y ruina total, y son los que se hacen políticos para ver si pueden detener la avalancha de masacre de su débiles y poco escriturísticas bases de existencia, y lideran agrupaciones de iglesias o pastores, haciéndose pasar por genuinos representantes de ello ante el Estado, sin jamás dejar de edificar altares a Mamón.
¿Por qué tanto caos, cuando, con certeza, la mayor parte de todo esto, y de todos son buscadores de la verdad y de agradar a Dios? En el Antiguo Testamento se denuncia que el pueblo no le buscó a Dios “según las reglas” [1 Cr 15. 13]. El Nuevo Testamento substituye las reglas externas, por El Espíritu, y afirma que hoy vivimos los salvos, la Iglesia, bajo el Nuevo Régimen del Espíritu [Rm. 7. 6]. Zacarías 4. 6 dice “no es con ejércitos ni por fuerza, sino por Mi Espíritu, dice el Señor”. Desde la desaparición del último de los Doce, y de los Apóstoles Canónicos, o sea, de los que escribieron el Nuevo Testamento, Juan, la Iglesia se desvió.
¿Dónde quedaron los que decían “Yo soy de Pablo”, “Yo soy de Pedro”, “Yo soy de Apolos”, “Yo soy de Cristo”? ninguno de ellos supo y pudo resguardar a la Iglesia para que nos se desvíe. Entonces, alguien, probablemente de la secta de Pedro, inventó que Lino, un discípulo de Pablo [2 Tm. 4. 21] fue quien dio continuidad al cristianismo-apostólico, y de ahí en adelante, todos los Papas romanos. ¿No ven esto claramente espurio, falso? Y luego el católico-romano Lutero fundó la Iglesia Luterana, de la cual viene el Calvinismo, y de este, el Arminianismo.
De este breve relato se desprenden dos parámetros de juicio equivocados, para saber dónde está La Iglesia: 1) Los hombres [Pablo, Pedro, Apolos, Lino, etc.]. 2) Doctrinas descontinuadas de la apostólica y cristiana. No estamos debajo del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, sino debajo del Árbol de la Vida que es Jesucristo, “atados a la Vid verdadera” [Gn. 49. 10-12; Juan 15. 1-17]. Tampoco estamos más debajo de los llamados individuales del Antiguo Testamento, sino en la realidad del Cuerpo.
En el texto de Marcos 11. 22 en el original dice que Jesús demandó: “Tened la fe de Dios”. Otros textos nuevotestamentario se refieren a la fe de Jesús. Los apóstoles mucho defienden “La Fe”. Tanto La Fe, como La Verdad, La Piedad, el Misterio de la Piedad, La Doctrina del Padre, La Doctrina de Cristo y la Doctrina de los Apóstoles” todo se refiere a lo mismo, y andar en ello, es andar en el Espíritu. Sólo así, se es IGLESIA. No depende de nombres, ni de hombres, ni de conocimientos contenciosos, ni lugares físicos, sino de lo escrito y revelado, y que Dios en su Soberanía restaure en estos tiempos, por hombres que no se arroguen derecho alguno, gloria y autoridad sino absolutamente sujetos a esos principios, y al Cabeza de todo y de todos, Cristo Jesús. Los templos pueden estar llenos. Ciertas denominaciones pueden estar en un boom, pero LA FE DE DIOS se resume en: Cumplir el Plano Eterno de Dios; andar en el Espíritu; unidad cristiana por ciudades; énfasis en la Vida y no en el conocimiento; autoridad y sujeción por y en la vida; centralidad de Cristo; vida de Iglesia en plenitud sin dependencia de templos, liturgias, jerarquías, dinero, nombres, doctrinas predilectas, tradiciones. Nada antropomórfico, idolátrico, mucho menos por Mamón, el principal dios que se escabulle en los líderes y las denominaciones para traer al Anticristo, generando apostasía y enajenación cuanto a la Fe de Dios. Uno puede ser un vencedor por la fe de uno mismo, pero eso solo sirvirá para la vida humana transitoria. Para alcanzar el Reino y ser arrebatados con el Amado, hay que amar La Verdad, aunque se deba comenzar todo de nuevo, fuera de esa levadura de la Mujer de Apocalipsis 17 y 18.
Misión Mundial de la Gracia

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