El Síndrome de Pobreza

  

El título no será desarrollado ahora, pues, esta es una Introducción al tema, por lo que el Archivo El Síndrome de Riqueza y de Pobreza" será de mejor vislumbre de tal síndrome, especialmente de la Pobreza. !Pasme! Muchos ricos se sorprenderán de lo miserables que son! 

Las familias Aranda de Brasil, con ancestros sirio-libaneses [y no españoles, que es otra línea con el mismo apellido] que pasaron de Brasil por Isla San Mateo y San Borja, y que aún hoy se ramifican en esta ciudad y región riograndense del Brasil, junto a la familia Aguerreberry, sembraron en Santo Tomé un matrimonio fuertemente ligado al Brasil en todo, pues, otras semillas no fueron tanto así, y me refiero a Anastacio Aranda y Laurentina Aguerreberry.

La esposa de “Negrito Aguerreberry” que falleció en el Río Uruguay, Isabel, mi abuela materna, era también Aranda de la misma familia en Brasil, y como en la época ni Registro Civil comunitario existía aún, le volvió a registrar a su hija Laurentina, ahora en Argentina, con su apellido, pero antes Laurentina, mi madre, había sido registrada como Irma Aguerreberry en San Borja, registro éste que hasta ahora no se ha encontrado.

Así fue que mi madre firmaba Laurentina Aranda de Aranda. Ella tuvo dos hermanos en Santo Tomé: Nemesio Aguerreberry y Severo Aranda, el carpintero con quien mi padre Anastacio perfeccionó el oficio.

Del lado de mi padre Anastacio, su padre, Ostacio Aranda era casado con Gregoria Cáceres, prima del General Isidro Bonifacio Cáceres; o mejor, “Ciro”, así como se lo llamaba familiarmente al General, llegó a ser primo por segunda generación de mi abuela.

En la calle Presidencia Roque Sáenz Peña de Santo Tomé, esquina Rivadavia había una tienda o almacén. Cierta vez llegué a comprar algo allí, y el dueño fijó sus ojos en mí y dijo: ¡Qué parecido sos con los Aguerreberry! ¿De qué familia sos? Los Aguerreberry eran tres hermanos primitivos dueños de lo que luego llegó a ser el Cine y después, Casa Salgado, en Avenida San Martín.

Tanto por el lado Aranda como por el lado Cáceres, yo sólo vi y conocí POBREZA. Extrema pobreza, pero también mucho trabajo y honestidad. A los Aguerreberry los conocimos muy poco.

Mi madre le acompañaba a su mamá Isabel a la Casa de la familia Soto Dassori de frente a la Escuela Normal al Oeste. Ella fue la cocinera de esa familia por muchos años, y cuenta mi madre qu le había criado al que luego fue Intendente, con quien ella jugaba diariamente. En una ocasión hablé con este señor, y él lo identificó plenamente.  

Esta historia, y muchas otras, de pobres relacionándose con ricos en nuestra ciudad natal, también por el lado de Anastacio, me develó las entrañas mismas de la injusticia social en una misma cuna. En cualquier familia, cuando los padres priorizan a un hijo por sobre otros, suele quedar marcas de frustraciones entre los hermanos, pero el amor fraternal suele ser inquebrantable. Eso, porque somos “parientes”, o sea, fuimos paridos en la misma matriz. La experiencia pueblerina también. Así que ninguno de nosotros [todos] debe aún tener traumas por las injusticias vividas. Creo que ya hubo suficiente tiempo como para libertarnos de los dolores pasados, pero también de las injusticias infligidas a los demás. Sin embargo, es más fácil sanarse de las injusticias que parar de ser injustos.

Entretanto, las marcas deformadoras de la personalidad que traen las personas más pobres, suelen agravarse y hasta matar a sus padecientes, cuando después de luchar y trabajar tanto toda una vida, su situación no mejora, y los más ricos cada día son más ricos. Uno examina las causas, y se depara que los ricos hasta crean clichés, dichos y latiguillos para justificarse y defenderse, e incriminar al pobre por su lastimera situación.

Cuando una persona pasa hambre o privaciones diversas en la vida, y llega un día cuando encuentra una forma de vengarse, se identifica como mecanismos de escapes la gula, la pederastia y la pedofilia en un cuadro de insatisfacción sexual, y otras perversiones o compulsiones, sin embargo, no se lleva muy en serio la acumulación compulsiva, la avaricia por prosperar y tener más y más, los males de comportamiento moral, las infidelidades, la hipocresía, la politiquería de los buenos, moralmente sanos, que no roban, no mienten y sienten una gran solidaridad por los que sufren hasta llegar a un cargo político, y después sólo piensa en él, o si es muy generoso, también en su banda de evasores de la Ley. ¿Y sabe qué? Esa ambición de ser un pastor famoso, tener un gran templo, mucha gente, programas en la televisión, etc., también suele reproducir aún más injusticia social, más anti-evangelio, y una lamentable negación del SER CRISTIANO de la comunidad del primer siglo. La filantropía no alcanza. Hay que vivir en plenitud el Misterio de la Piedad, que resumidamente es ENCARNACIÓN de DIOS.  

Cuanto más estudio antropología y sociología principalmente, y por gracia de Dios en Watchman Nee que me enseñó a tener por espejo la Biblia y Dios, para uno conocerse y conocer al otro, más compruebo que el mejor vademécum para tratar estos dos SÍNDROMES, el de la riqueza y el de la pobreza, y así encontrar la solución para el lado social que más padece la injusticia, aun trabajando mucho, diligente, honesta y sabiamente, es EL EVANGELIO DE JESUCRISTO que en su Versión católica ningún Papa expresa tan bien como Francisco, y en Argentina entre los Evangélicos ninguna línea fue tan fiel a ese Evangelio como la del Pastor Juan Carlos Ortiz, de quien soy discípulo leal. ¡Y oh coincidencia! Hubo un tiempo cuando Francisco participaba del mismo discipulado con nosotros, en Buenos Aires.

Luego de poner el título a este escrito sin que jamás haya leído algo sobre él, ni haya sido motivado por nada, fui al Internet y encontré un escrito formidable, de Panamá, sobre el asunto, que comparto en el siguinte archivo "El Síndrome de Riqueza y de Pobreza", y por el cual deseo que mis amigos y hermanos en Cristo reflexionen seriamente; pero yo ya era un pensante en el Evangelio y no en Izquierdismo Político.

No es deber primario del Gobierno cuidar de los más necesitados, sino de LA IGLESIA. Pero como no existe Estado sin la filosofía de que existe para cuidar de todos, privilegiando a los más desvalidos y vulnerables, el Estado es el segundo gestor de esa crisis tan aguda que mata a tantos. Pero el Estado ayuda a los más pobres, y muchos pastores se quejan. Pero cuando subvenciona o prebenda a los más ricos, festejan. Estamos viviendo la mayor inversión de valores jamás vista, y una completa negación del Cristianismo de Cristo. [Así, para muchos estará mejor convertirse de nuevo, ahora del Evangelicalismo para el Catolicismo]; y si no prestamos oídos y ojos a lo que Dios nos anda hablando ya con truenos, en breve nos ha de hablar con fuego.

18.07.21

Tito Berry

 

 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Gloriarse en la Cruz de Cristo

BIOGRAFÍA DEL REMANENTE FIEL DE DIOS

Los gobernadores de este mundo tenebroso